02 febrero 2024

¿Cómo definen a Dios estos extraterrestres?

El ya fallecido, ingeniero Enrique del Castillo Rincón, hablando de los extraterrestres con los que contactó, seres de Pléyades habla de ese tema:
 “ ¿Qué es lo que los diferencia de nosotros, tanto en lo físico como en lo psíquico?
 Casi todos ellos tienen forma humana; puede cambiar el color de los ojos y el de la piel y el pelo, así como las dimensiones de las manos, pero básicamente tienen dos pies, dos manos, dos ojos; en ese aspecto son iguales a nosotros. Ahora bien de acuerdo con la composición o la masa de cada planeta, unos son gigantes, otros de talla mediana, otros enanos. Los extraterrestres no tienen ninguna religión determinada, creen en un ser superior al que llaman el "Gran Innominado", la Suprema Armonía o la Luz Mayor. Con el estado de conciencia que tienen y con esa espiritualidad tan asombrosa, aunados a sus grandes conocimientos científicos y tecnológicos, no tienen necesidad de estar apegados a una determinada guía espiritual como nosotros”
Son muchas las respuestas que sobre dios da cada civilización que viene del espacio. A mi me gusta la que unos extraterrestres le dan al piloto Teniente Coronel Mel Noel. “Nosotros creemos en la omnipotente fuerza que mueve 150 billones de universos…”  Vemos dicha experiencia:
“..Es conocido por todos los estudiosos como el Capitán piloto Mel Noel, pero su verdadero nombre es Guy Kirkwood; ha debido usar este nombre por motivos de seguridad personal. En 1953, fue componente de una misión secretísima americana sobre los OVNI y testigo directo del encuentro con estos seres evolucionadísimos y con sus medios prodigiosos. Mientras los veía, junto a otros componentes de la misión, escuchó una voz a través de la radio del avión. Una vez en tierra se verificó que se trataba de la voz de los extraterrestres que pilotaban los OVNI que habían visto. Sucedió en 1953 y en los primeros meses de 1954. Ninguno de nosotros había tomado parte directamente en la guerra de Corea, porque en aquella época aún asistíamos a las escuelas de vuelo, y fuimos asignados a una escuadrilla aérea con base en una región occidental de EE.UU. Poco tiempo después, tres de nosotros fuimos escogidos y nos fue dicho que teníamos que participar en una misión, en la cual -nos dijeron- estaba en juego la seguridad del Estado. No supimos nunca porqué la elección recayó en justamente en nosotros, nos explicaron que dicha misión estaba relacionada con los ovnis. También nos dijeron que todo lo que sucediese en el transcurso de la misión había que guardarlo en sigiloso secreto, y por tanto no debíamos comentarlo con nadie, ni con nuestros familiares ni con otros oficiales. "No habléis ni siquiera con vosotros mismos -nos dijeron-. Haced vuestro informe y después borrad todo recuerdo de la mente, y actuad como si nada hubiese ocurrido". Durante bastantes horas nos fueron mostradas películas grabadas desde el interior de aviones militares, las cuales mostraban centenares de fotografías ovni. Muchos de estos documentos provenían de los archivos gubernamentales, y otros habían sido confiscados a civiles. Recibimos instrucciones específicas sobre maniobras y formaciones en vuelo. Nos dijeron que todas las armas que estaban a bordo, un Jet F-86- A Sabre, habían sido desmontadas, y en su lugar habían instalado cámaras fotográficas, capaces de filmar con película de rayos infrarrojos. Cuando estuvimos suficientemente instruidos para la misión, fuimos puestos bajo las órdenes de un coronel, procedente de Washington, que no formaba parte de nuestra escuadrilla. Durante todo el proceso fue nuestro superior directo, y más adelante se convirtió en un buen amigo y confidente. Durante la misión tuvo un comportamiento militarista, pues no hablaba nunca de asuntos personales, sociales o de actualidad, solamente pensaba en el servicio. Antes del inicio de la misión, todos nosotros estábamos convencidos de que no sucedería nada especial, aunque sabíamos que debíamos ocuparnos de los ovnis, nunca creímos que llegaríamos a ver -y mucho menos escuchar- nada. Los primeros vuelos los realizamos con la única finalidad de orientarnos; en las más diversas condiciones atmosféricas volábamos en estrecha formación, a casi 38.000 pies de altura, sobre las Montañas Rocosas de Idaho, Utah y más al norte. Cuando tuvimos el primer avistamiento, el teniente X anunció: "¡Bogeys! Son las nueve, a nuestra misma altitud". La palabra "Bogey" forma parte de una particular terminología de la Air Force. Significa "objeto volante desconocido", algo que no se conoce, que no nos pertenece, y esto lo sabíamos todos. Eran 16 objetos en perfecta formación de V, que volaban a una velocidad cercana a la nuestra, y se mantenían a nuestro costado. Nuestra velocidad era de 680 nudos (un nudo = 1,85 Km/h.), y era posible distinguirlos bastante bien: estaban rodeados de una especie de aura, algo semejante a una iluminación vial o un anuncio fluorescente, en la niebla o en la lluvia. ¿Mi impresión? Estaba bastante turbado. No sabía lo que estaba sucediendo. Nunca había visto antes uno de esos objetos, y no hablemos ya de dieciséis juntos. Nos acercamos, pero respetamos la orden de mantenernos a cierta distancia. Sabíamos bien lo que les había sucedido a otros aviones que se habían acercado demasiado, y no teníamos ninguna intención de tener el mismo fin. Los objetos rompieron la formación y se dividieron en cuatro grupos de cuatro unidades cada uno. Después de un minuto rompieron también esta formación y nos mostraron maniobras que según nuestros manuales son imposibles: de improvisto se paraban a velocidades superiores a 3.000 millas, así como se apaga una luz, y luego aceleraban de la misma forma. Cuando se paraban podíamos distinguir muy bien su silueta. Tenían un diámetro de 150 a 180 pies y una altura, en la parte central de 20 a 30 pies (un pie = 0,305 metros). Cuando aceleraban el color del aura cambiaba, como el espectro. No advertimos ningún ruido. Este avistamiento duró casi ocho minutos, y después los ovnis desaparecieron tal como habían aparecido, de improviso. Apenas aterrizamos, se nos recordó que debíamos guardar silencio sobre lo que habíamos visto. Hicimos nuestro informe y nunca llegamos a saber si las grabaciones cinematográficas efectuadas a bordo salieron bien dado que las películas fueron retiradas nada mas llegar a tierra, ni tampoco supimos donde fueron a parar. Volamos algún tiempo sin tener mas avistamientos, hasta que los vimos por segunda vez, eran cinco y también en esta ocasión quien los vio primero fue el teniente X. Todo ocurrió casi como la primera vez, no sabíamos si eran los mismos de la vez anterior, pero estaban allí y se movían oscilando de arriba abajo. Las leyes físicas de vuelo que habíamos estudiado en la academia parecían no afectarles para nada. Al tercer avistamiento nos dijeron que cambiásemos la frecuencia de nuestros aparatos de radio. Esta orden nos fue transmitida en código, lo que nosotros llamábamos "alfabeto invertido". Me fueron necesarios 20 ó 25 segundos para encontrar la frecuencia indicada. Cuando al final la encontré, oí una voz, que no era la mía ni la de ningún otro componente de la escuadrilla, esta voz contestaba a algunas preguntas, he de precisar que yo no formulé pregunta alguna, ni tampoco los otros pilotos. Sin embargo la conexión era tan perfecta que parecía que hablábamos entre nosotros o con la estación de radio de la base.
 La comunicación era clarísima, y la pronunciación y elección de vocablos excelente; solamente las palabras eran pronunciadas mas lentamente. Mas tarde, el coronel Patterson nos dijo que fue él quien formuló las preguntas. Dijo: "No expresé mis preguntas con palabras; simplemente las pensé, y Ellos no han respondido a todas mis preguntas, solo a un par de ellas". Dijo también que la primer pregunta fue: "¿Creéis en Dios?". Preguntó esto porque si se trataba de criaturas inteligentes creyentes en Dios, entonces era presumible pensar que no tenían intenciones hostiles. La respuesta pudimos escucharla todos: "Nosotros creemos en la Fuerza Omnipotente del Universo; vosotros tenéis que aprender que hay mas de 150 billones de Universos". La otra pregunta fue la siguiente: "¿Quiénes sois? ¿De dónde venís?" y la respuesta fue esta: "Nuestras escuadrillas están compuestas por individuos que provienen de planetas a los que vosotros llamáis Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno". El resultado de esta aventura fue que cuando aterrizamos ni siquiera podíamos caminar, pues estábamos literalmente destrozados, ya que no fuimos preparados para estos acontecimientos. En aquellos momentos solo deseábamos abandonar la misión y marcharnos. Nos fueron suministrados tranquilizantes, e inmediatamente después el Coronel Patterson nos dijo: "No habléis a nadie de esta comunicación. ¡Podéis decir que hemos visto ovnis, pero no habléis de la conexión por radio!" Al día siguiente fuimos apartados de la misión, y regresamos a nuestro servicio regular. Pero existía un problema: ¿Cómo se vive después de semejante experiencia? Yo he hablado con ex combatientes, he visto las consecuencias psicológicas de quien ha combatido en una guerra. Es lo mismo. Se juzga a la humanidad, se juzga la propia forma de pensar y la del mundo, y uno se pregunta: ¿Cómo puedo conciliar todo esto con mi vida, con mi habitual forma de vida?. Pero esta es solo la primera parte de la historia. Dos meses después, el Coronel Patterson me telefoneó y me dijo: "Venga a verme, quiero hablarle". Su llamada me alegró, pues pense que una charla con él me ayudaría. Cuando llegué vi que los demás componentes de mi escuadrilla ya estaban allí. El Coronel Patterson estaba nervioso, y caminaba de un lado a otro, al fin nos dijo: "Yo tengo que hablar con alguien, y debo decir lo que sucede". Nosotros le escuchábamos mientras conteníamos la respiración: "He de tomar una decisión, pero para eso no me sirve vuestra ayuda. Decidiré solo, pero tengo la necesidad de hablar con alguien que pueda comprenderme, y creo que vosotros sois los únicos que podéis hacerlo. He descubierto la verdad". Después de unos momentos en silencio continuó: "Yo soy también un oficial de este país, formo parte de las fuerzas aéreas y tengo deberes y responsabilidades, y la verdad que he descubierto no se concilia con todo esto. He de tomar una decisión. No sé qué es lo que hacen, pero ciertamente "ellos no dan información de lo que está ocurriendo". Dudó un momento y concluyó "esto es lo que deseaba decirles. Nos veremos todavía, hasta pronto. De hecho nos llamó, dos semanas mas tarde: "Venid, tengo algo que deciros". Cuando estuvimos con él nos dijo: "Aquella comunicación no era la primera; solamente era la primera que alguien mas estaba presente". Después nos contó algo de sus experiencias. No creo que nos haya dicho más de una décima parte de lo que sabía, pero para nosotros ya era mucho. Nos dijo que los platillos volantes no podían volar de un planeta a otro. Las naves nodrizas, sirven para el transporte interplanetario de estos discos, y provienen de otros planetas, incluso mas allá del sistema solar. Durante un vuelo hacia Luke, base aérea cercana a Phoenix (Arizona), había hablado por primera vez con los pilotos de una de estas astronaves, y le dijeron que habían organizado un encuentro a bordo de un ovni. A 18 millas mas allá de Phoenix, el Coronel Patterson estuvo a bordo de un disco volante de casi 150 pies de diámetro: estaba en un valle apartado y solitario, y se apoyaba sobre tres pies. Luego el Coronel Patterson nos mostró un pequeño disco metálico. Le había sido dicho que, debía mantenerlo entre sus manos frente al estómago para que el campo de fuerza del platillo volante no le dañase. A bordo le fue presentado un Maestro, y él empezó a preguntar por qué estaban allí y qué es lo que podía esperarse del futuro. "Me respondieron que Ellos eran los responsables de éste planeta, el cual, en un futuro, no tendría condiciones especialmente favorables. Nuestro planeta es considerado como una especie de estancia provisional, donde son enviados especialmente aquellos que tienen problemas de fondo para resolver. Me confirmaron también la exactitud de la teoría de la reencarnación. El Maestro hizo 
luego una serie de previsiones u observaciones, también acerca del futuro de California. Me anunció el inicio de una nueva era, cuyo influjo ya se puede advertir hoy, pero que se sentirá en toda su plenitud hacia el año 2000. Como preparación a esto deberíamos esperar numerosos cambios políticos, revoluciones religiosas y sociales. Los habitantes de la Tierra producen vibraciones de tipo prevalentemente negativo: nuestro mundo es materialista y no objetivo ante las cosas invisibles. Los hombres prefieren tener cosas tangibles, pero en cambio deberíamos constatar que no poseemos nada, ni siquiera a nuestros hijos." El Coronel Patterson dijo después que, en cierto sentido, era como si hubiésemos recibido una autorización para gobernarnos solos. No sabía, en cambio, quien había concedido tal autorización: Pero nosotros somos libres de utilizar la tierra, el agua y el aire, y no tenemos que pagar tasas por hacer uso de ellas, sino solamente de lo que resulta de la Ley Universal de Causa y Efecto. Patterson había pedido explicaciones respecto a lo que nosotros llamamos "karma", y el Maestro le respondió: "La reencarnación es sencilla, como la escuela elemental. Se va al primer grado, se aprende lo que hay que aprender, y al final del curso se afronta el examen. Entonces sucede una de estas tres cosas: Primera, se supera el examen y se es admitido en el grado superior, que ofrece mayores posibilidades de aprender; segundo, se suspende y se tiene que repetir de clase; tercero, no se asiste a clase y no afrontas el examen, y en este caso se tiene que estar durante cientos o miles de años fuera de la escuela antes de alcanzar el nivel de conciencia que permita volver a intentar la prueba". El Maestro dijo también: "Los niños son vuestra única esperanza. A los cuatro años ya los habéis influenciado con vuestros prejuicios, con la desconfianza, con el odio y con el egoísmo, hasta tal punto que ya se encuentran en el camino equivocado. Nosotros empezamos a educar a nuestros hijos a los tres meses de edad, y a los quince años ya dominan la telepatía. He ahí -concluyó el Coronel Patterson-, ahora sabéis. Podéis hacer lo que queráis, aceptarlo o reiros." En 1957 nos separaron y yo regresé a Connecticut. Dos años después recibí un telegrama del Coronel Patterson; estaba en el aeropuerto de White Plants y me daba su número de teléfono. Le llamé y me invitó a que nos viésemos, porque tenía cosas importantes que decirme. Cuando llegué vino a mi encuentro, estaba visiblemente contento: "¡He decidido! Me voy con Ellos". "Coronel -dije-, han pasado dos años. Tiene que ponerme al corriente. ¿Qué es lo que quiere decir?" "Justo lo que he dicho. Dentro de treinta días me voy con ellos". "¿Tiene miedo?", le pregunté. "Nada, es más, soy el hombre mas feliz del mundo. Espero ese momento como un niño que espera a Papa Noel. Sé donde iré, y esto es muy importante". Desde entonces lo llamé por teléfono diariamente. Si estaba en vuelo el me llamaba al regresar. Transcurridos 27 días le busqué en el aeropuerto, pero me respondieron que estaba en una misión sobre el Atlántico. Le dejé el recado que me llamase, pero no lo hizo. Volví a telefonear y me dijeron que su avión no había regresado. Esperé un par de horas y llamé de nuevo. Me respondieron que había desaparecido, y que le estaban buscando. Llamé de nuevo a la mañana siguiente. "Ni rastro de él ni de su avión. Abandonamos la búsqueda". Este hecho no es nuevo. Cada año desaparecen en vuelo unas trescientas personas. No se cuantas desaparecen en tierra, y no se puede hacer nada. Lo que deberían hacer los gobiernos es informar de como están las cosas, sin hacer comentarios o dar órdenes, y decir sencillamente: "Ocurre esto". Así habríamos dado un paso adelante. MEL NOEL”

En este enlace podrás ver el contacto de Enrique del Castillo Rincón.


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